¿Cómo cuidar a quien cuida?

Los cuidadores, como su nombre indica, se dedican a cuidar a otros. Estos profesionales proporcionan ayuda a quien más lo necesita. Por ejemplo, a niños pequeños, a ancianos, a enfermos, a personas dependientes, etc. Se convierten en su sostén y en su máximo apoyo, haciéndoles el día a día un poco más sencillo. Por su enorme responsabilidad, los cuidadores están sometidos a una fuerte presión y estrés, por lo que, en muchas ocasiones, también podrían requerir de ayuda de terceros. Entonces, ¿Cómo cuidar a quien cuida?

El cuidado de una persona es una labor compleja y dura. El paciente puede ser alguien ajeno al cuidador o bien un familiar o un allegado. Especialmente en este último caso, las tareas de cuidado pueden hacerse cuesta arriba, dado que, por cercanía o lazos afectivos, observar cómo la persona va consumiéndose cada día o haciéndose más dependiente es posible que llegue a afectar psicológicamente. Esta sobrecarga emocional es lo que se conoce como el síndrome del cuidador.

Entre los síntomas que indican que el cuidador está siendo sometido a un cuadro grave de estrés se encuentran la ansiedad, la tristeza, el agotamiento, el abandono del cuidado personal, la irritabilidad, la dificultad para conciliar el sueño, el sentimiento de culpa, etc. Cualquiera de estos episodios debiera ponernos en aviso de que la persona cuidadora está precisando ayuda.

Consejos para cuidar a la persona cuidadora

En ocasiones, se invierten los papeles y es el propio cuidador el que necesita cuidados. He aquí algunas pautas básicas de actuación.

1. Sacar el lado positivo

Aunque cueste trabajo, es importante ver el vaso medio lleno y no medio vacío. Ante una agenda llena de responsabilidades, obligaciones y frustraciones, es importante quedarse con lo bueno. Por ejemplo, con la satisfacción de estar ayudando a alguien y contribuyendo a que su vida sea un poco mejor.

2. Compartir responsabilidades y emociones

Es indispensable que el cuidador no se vea solo ante el peligro, es decir, que existan una o varias personas con quienes desahogarse y compartir esa responsabilidad. De este modo, el peso estará repartido y no recaerá sobre un único individuo, con la carga emocional que eso supone.

3. Asumir las limitaciones

Uno de los sentimientos que con más frecuencia experimenta el cuidador es la culpa y la frustración por no poder hacer más por la persona enferma o dependiente. En este punto, es crucial que el cuidador comprenda que la labor que está llevando a cabo es sumamente importante y que, a veces, no puede hacerse mucho más.

4. Aceptar ayuda

Todos somos seres humanos y todos hemos necesitado ayuda en algún momento. Es saludable decir basta a tiempo y dejarse ayudar, antes de que sea demasiado tarde. En esta situación, los familiares, amigos y gente próxima a la persona cuidadora deben estar a la altura para brindarle el apoyo que requiere.

5. Dedicarse tiempo

El autocuidado es esencial en todas las profesiones y especialmente en esta. Para sentirse bien es indispensable dedicarse tiempo a uno mismo: disfrutar del ocio, alimentarse adecuadamente, hacer deporte y, en definitiva, llevar una vida saludable.

6. Mantenerse informado

Para aumentar la autoconfianza, es recomendable estar en permanente formación. Conocer más acerca de la enfermedad del paciente y de las buenas prácticas para su tratamiento se traducirá en una sensación de mayor control y, a la vez, en un menor estrés.

Los cuidadores son tesoros en nuestra vida y su función es invaluable. Ante episodios de sobrecarga emocional, lo más sensato es que busquen la ayuda profesional. 

Si te interesa el área de la psicología y de la salud mental, desde Emagister queremos hablarte sobre la Escuela de Postgrado de Psicología y Psiquiatría, un centro de enseñanza a distancia y online especializado en la formación en el entorno de las emociones y el coaching.