El concepto de ciudad está en constante cambio. Nadie discute que las ciudades, las áreas urbanas y metropolitanas serán, posiblemente, los escenarios más relevantes. En ellas se desarrollará la batalla de la transición energética en los próximos años y décadas. Así las cosas, Susana Galera, profesora titular de Derecho Administrativo en la Universidad Rey Juan Carlos I, presentó en el salón de actos del campus Madrid Princesa de la Universidad Nebrija su libro El hacer urbano de la Unión Europea. En este libro, la autora aborda el modelo de ciudad que se ha ido diseñando desde las instancias europeas a lo largo de los años. “No es una preocupación nueva, sino un asunto que ha surgido hace tiempo, concretamente en la década de los años 70 del pasado siglo XX”.
Sostiene Susana Galera que este rediseño de las ciudades, entendiendo como ciudades “todos los asentamientos urbanos, no sólo las grandes urbes”, es el resultado de medidas iniciales y tempranas. Para arrancar la deseada transición energética, abordaron aspectos específicos de la actividad local. Todos basados en consideraciones ambientales, como los niveles de calidad del aire, la regulación de residuos sólidos y o la calidad de las aguas para sus distintos usos. “Las ciudades alojan al 72% de la población europea y generan el 67% del PIB europeo. Los grandes objetivos de la UE respecto al cambio climático, no se pueden conseguir sin la participación activa de los ciudadanos”, explica. La primera intervención llegó con la crisis del petróleo de 1973. “Entonces se vio la vulnerabilidad de la Unión Europea por su alta dependencia de la energética exterior”. Esto provocó una política de ahorro. Se intervino en las ciudades, pero, sobre todo, en los edificios. “Porque son los responsables del 48% del consumo de energía y del 36% de emisiones por culpa d ellos combustibles fósiles”. Así se logró reducir el gasto, pero aquella crisis pasó y Europa se olvidó de la transición energética. En la década de los años 90 resurge la preocupación por el medio ambiente. En esta segunda etapa surge un convenio marco del cambio climático. “Al objetivo económico de los años 70 se le añadió un objetivo medioambiental y nuevas normativas al respecto”. matiza Galera. Con el cambio de milenio, en una tercera etapa intervencionista, a todo lo anterior se le sumó una legislación sobre la generación de recursos. “Un plan de acción que no solo se base en el ahorro, sino que consiga hacer menos con los mismos recursos. Se empezó a considerar la contratación pública ecológica». Estas medidas de principio de milenio iban dirigidas a configurar un modelo de ciudad y un modelo territorial basado en la sostenibilidad ambiental capaz de conectar también con las consideraciones sociales.

Punto de inflexión

“Europa tenía muy claro que no podíamos permitirnos tener el nivel de ineficacia energética que teníamos. Así la directiva de 2012, que fue modificada en 2018, se convirtió en un punto de inflexión. Se incorporaron consideraciones de carácter obligatorio de mejora energética respecto a las ciudades que, lamentablemente, todavía no hemos alcanzado”. De esta forma, al modelo de ciudad ambiental y socialmente sostenible, se añadió la sostenibilidad energética como elemento del modelo. Algo que ha de impactar en las políticas urbanísticas del futuro y en el propio diseño de la ciudad. Cuestiones como reutilizar el calor residual de las fábricas y su integración en las redes de la calefacción urbana, reciclar el vapor de agua emitido o la geotermia podría incrementar la eficiencia energética de las ciudades de un 33% al 89%. “En plena transición energética, la descarbonización no es el único objetivo, existe una segunda meta tan importante como la descarbonización, y esa es adaptar un nuevo modelo energético descentralizado que tiene al consumidor como centro. Es lo que llamamos prosumidor (consumidor y productor)”. Esto se concretó en 2016 y se legisló entre 2018 y 19. “Desde ese instante, la energía y el urbanismo no se pueden disociar”. Las ciudades del futuro deberán ser sostenibles, sus edificios serán parte central del sistema energético ya que consumirán, generarán, almacenarán, agregarán e intercambiarán energía. “Se trata de una nueva dimensión de la renovación urbana. Yo no sé si lo veré, pero vosotros, diseñadores de la ciudad del futuro, deberéis considerar cosas como éstas además de la ubicación, la orientación, la conexión con los servicios y la movilidad”, subrayó dirigiéndose a los alumnos que asistieron a la presentación. Susana Galera finalizó su presentación mostrando lo que ya está haciendo Madridsubterra, recalcando que “en Cataluña y en Soria ya han surgido experiencias interesantes, pero, a nivel estatal, estamos muy lejos del nivel de aprovechamiento”, se lamentó. Si te ha interesado este artículo, no te pierdas toda la oferta formativa de la Universidad Nebrija.

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