El contexto actual de la Unión Europea está marcado por la situación del Reino Unido y el proceso del Brexit. En 2016, los ciudadanos británicos fueron llamados a las urnas para decidir si querían seguir formando parte de la Unión o querían dejar de formar parte de la Comunidad Europea. Un ajustado 51,9% a favor de abandonar la Unión Europea decantó el futuro del Reino Unido en unos comicios que apenas reunieron el 72,2% de participación, una cifra realmente baja si tenemos en cuenta la importancia de la decisión que estaba en juego. El presente informe de Jorge Tuñon y Uxía Corral, profesores de OBS Business School, reflexiona sobre las consecuencias económicas que podría tener la propia Gran Bretaña y los países de su entorno si la próxima primavera de 2019, el gobierno del Reino Unido cumple la hoja de ruta prometida por la presidenta Theresa May.

El contexto del referéndum se enmarca en una crisis financiera en Gran Bretaña liderados por el gobierno de David Cameron, quien en 2015 prometió la celebración de un referéndum para asegurarse la victoria electoral en las próximas elecciones. El político británico fue reelegido y empezó una serie de negociaciones con Bruselas para presentar al Reino Unido de la forma más atractiva posible. Sin embargo, un año después cuando se celebró el referéndum y acabó imponiéndose el sí a abandonar la Unión presentó la dimisión y May ocupó su lugar. A partir de entonces, y en estos dos últimos años, la Primera Ministra británica dio el pistoletazo de salida a este proceso activando el artículo 50 del Tratado de la Unión Europea e inició una serie de negociaciones en la capital de Bélgica para pactar las condiciones del divorcio y que deben desembocar con el abandono de la Unión en la primavera de 2019, y sobre todo como lidiar con las relaciones entre las dos Irlandas sin poner en peligro el acuerdo de paz que se firmó a finales del siglo XX. De momento, el Reino Unido fue incluido en la nueva política del roaming en el Espacio Económico Europeo.

Las voces que opinan sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea son muy variadas. Recientemente, el Real Instituto Elcano publicó un informe donde dejó cuáles deberían ser las cinco prioridades que el gobierno de May debería asegurar antes de abandonar su relación con Bruselas. La principal estaba relacionada con mantener prácticamente el libre comercio que existe con los países de la Unión, y que esto no debería ser un problema para las empresas que operan en Inglaterra. Además, también debe asegurar que el flujo migratorio es equilibrado con la demanda de puestos laborales que existen en Gran Bretaña, desarrollar una estrategia de comercio internacional y asegurarse los beneficios sociales y económicos de los que disfrutaban las islas británicas cuando formaban parte de la Unión Europea, así como asegurar nuevos acuerdos económicos que fueran beneficiosos para todas las partes.

Sin embargo, a día de hoy sigue siendo un auténtico misterio cuál será la posición del Reino Unido respecto al resto de los países de la Unión. Desde el inicio de las negociaciones se barajan tres posibles escenarios a tener en cuenta. El primero es que Gran Bretaña siguiera el camino de otros países como Noruega o Liechtenstein, entre otros, y que siguiera adherido al mercado común pero que su capacidad de influencia en la toma de decisiones comunes se viera realmente reducida. En el segundo escenario, en cambio, tendría un modelo de relaciones bilaterales como ocurre con Suiza, en la que mantiene el espacio común a nivel comercial y económico, a la vez que tiene derechos plenos de participar en la elaboración de toda aquella normativa que le pudiera afectar. Finalmente, el tercer escenario de ruptura contemplaría que el Reino Unido mantuviera las relaciones comerciales con el resto de países de la comunidad europea en función de su pertenencia a la Organización Mundial del Comercio, como le ocurre a los Estados Unidos, y de la legislación vigente para este tipo de organización. Otro de los grandes desafíos del Reino Unido será lidiar con las posibles tensiones que se puedan vivir con Escocia o Irlanda del Norte, países que ya han expresado su firme deseo de seguir formando parte de la Unión Europea. Además, Gran Bretaña cuenta con el territorio de Gibraltar situado como punto de unión entre el continente europeo y el africano y también como entrada al mar Mediterráneo y al Océano Atlántico.

El informe también refleja las primeras consecuencias económicas que sufrió el Reino Unido después de la victoria del Brexit en el referéndum celebrado en 2016 con una devaluación histórica de la libra esterlina respecto a otras monedas como el euro o el dólar. Incluso, durante los primeros meses de 2017, los bancos británicos se estuvieron planteando reubicar su sede fuera de las fronteras inglesas para seguir perteneciendo en el contexto de la Unión Europea. El mismo pensamiento tuvieron muchas de las empresas británicas, llegando a perder hasta 100.000 empleos por desplazar su sede y seguir estando dentro del territorio comprendido en el Convenio de Schengen que se firmó a principios del presente siglo. La inflación se disparó y la imagen internacional del Reino Unido también se deterioró hasta tal punto que perdió la sede de organismos internacionales como la Agencia Europea del Medicamento o la Autoridad Bancaria Europea, entre otras.

De hecho, la propia Unión Europea es la principal interesada de ‘robar’ capital de producción al Reino Unido, y Francia y Alemania son las principales beneficiadas. Numerosas empresas están eligiendo a otros dos de los principales países considerados motor de la comunidad europea. Emmanuel Macron, actual presidente de la República Francesa, llegó al poder en 2017 con el objetivo de atraer a entidades bancarias y empresas y sacar así partida del Brexit británico. Sin embargo, pese a que pueda parecer extraño, el gobierno de Theresa May ha conseguido mantener la imagen internacional de Gran Bretaña. Según el Barómetre EY de l’attractivité de l’Europe, el Reino Unido consiguió mantenerse en el podio financiero y especulativo, aunque perdió algo de fuerza en su hegemonía a nivel europeo decayendo hasta un 14% respecto a 2016.

El futuro de la Europa post-Brexit empieza a dirimirse en el horizonte y los Estados miembros empiezan a ser consciente que cuando se acabe confirmando el abandono del Reino Unido de la Unión Europea, sus contribuciones y esfuerzos deberán ser mayores que de costumbre. A nivel presupuestario, el país británico contribuye hasta un 17,6% del total, mientras que el poder militar de Gran Bretaña alcanza hasta el 24% del total. El contexto que afectará a la Unión Europea en el camino hasta el Brexit también marcará el futuro del Reino Unido a partir de 2019, aunque siguen habiendo muchas preguntas sin tener respuesta.

 

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Fuente: OBS Business School

 

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