¡No se lleven mis tres ceros!

El pasado mes de marzo se anunció que el Ministro de Hacienda ya tiene listo el proyecto para quitarle tres ceros al peso colombiano. El Ministro fue cauteloso con el anuncio, aclarando que la propuesta considera un “periodo de transición prudente” que evite traumatismos en el posible cambio de moneda.

Dos de los argumentos a favor de la eliminación de los ceros son la simplificación en la contabilidad y la facilidad en las transacciones para los extranjeros. ¿Pero entonces a qué se deben los traumatismos de los que habla el Ministro? Una posible explicación es un atajo que toma nuestro cerebro al realizar contabilidad mental llamado numerosidad: entre más dígitos tenga un valor, más sobreestimamos la “cantidad” con la que lo asociamos. Imagine que el saldo de su cuenta es de $2.000.000 COP, pero ahora el banco decide reportarlo en miles de pesos [KCOP] (¡tres ceros menos!), así que su nuevo saldo es $2.000 KCOP, ¿no se sentiría con menos ahorros?

La reducción de los tres ceros al peso colombiano seguramente tendrá efectos psicológicos. Aquí van un par de ejemplos, inspirados en los resultados reportados en este artículo, tras una reforma similar que ocurrió en Ghana en 2007,  en donde se eliminaron no tres, sino cuatro ceros al pasar del Cedi al Nuevo Cedi Ganés:

Cambios en la valoración de su riqueza: si su salario es de, por ejemplo, un millón y medio de pesos, por la numerosidad usted puede que se sienta menos adinerado ahora que comience a ganar mil quinientos “nuevos pesos colombianos”, aún si le alcanza para comprar lo mismo que antes.

Trivialización en los incrementos de los precios: usted actualmente paga $30 pesos por una bolsa plástica en un supermercado, esta pasaría a costar 0.03 “nuevos pesos colombianos”. El valor le puede parecer tan pequeño que a usted de seguro no le importará si el precio de la bolsa sube a 0.10 “nuevos pesos colombianos”, aún si esto es un incremento del 233%.

Sin embargo, la cautela del Ministro contrasta con el afán del Fiscal por aprovechar este proyecto para darle un golpe a las organizaciones ilegales que acumulan dinero en efectivo. La idea es que los billetes de alta denominación tengan que ser cambiados, y si exceden un monto dado, el origen de este dinero deberá ser justificado.

La propuesta del Fiscal parece sensata, pero desconoce el reciente fracaso de una política de desmonetización muy similar implementada en India. En noviembre de 2016, el Primer Ministro Indio anunció un sorpresivo reemplazo de los billetes de más alta denominación, 500 y 1.000 rupias, con el fin de convertir las largas sumas de efectivo que circulaban en el mercado negro en pedazos de papel sin ningún valor.

De haber funcionado dicha política, una buena parte del efectivo de alta denominación nunca hubiese sido recuperado por el Banco Central de India; pero la realidad fue bastante diferente, pues se recuperaron el 99% de los billetes de 500 y 1.000 rupias destinados a desaparecer.

La política no sólo no funcionó, sino que llevó al cierre de sucursales bancarias y cajeros automáticos los dos días siguientes al anuncio, generó largas filas para poder cambiar billetes viejos por nuevos, e incluso se habla de múltiples muertes que ocurrieron en las largas filas o en eventos asociados a la desmonetización.

Ante la evidencia en India, parece mejor proceder con la cautela que propone el Ministro, así no se puedan matar dos pájaros de un tiro como pretende el Fiscal.