Darío Villanueva, presidente del Patronato de la Universidad Nebrija y exdirector de la Real Academia Española, pronunció la lección magistral La verdad de las distopías en el acto de la festividad de Santo Tomás de Aquino celebrado en la biblioteca del Campus de Madrid-Princesa. Antes, habían tomado protagonismo el cortejo ceremonial de la Universidad y los corrillos de personalidades en torno al V Centenario del Fallecimiento de Antonio de Nebrija.

“Tanto el asunto de lo políticamente correcto como el de la posverdad, que me preocupan desde hace años como síntomas de la perversión posmoderna de la racionalidad, tienen que ver fundamentalmente con el lenguaje, y con las lenguas a través de las cuales se manifiesta dicha capacidad privativamente humana”, aseguró Villanueva.

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Mientras la corrección política “implica una forma nueva de censura, e inexorablemente hace derivar la expresión recta de los hechos y las opiniones hacia el circunloquio y el eufemismo”, en la posverdad “el problema está en la correlación entre los enunciados y la realidad de las cosas. Cualquier acto de habla lleva implícito un contrato de veracidad que se establece entre el emisor y el receptor”.

Después de referirse a la literatura como arte, pero también como revelación, y de transitar por las obras premonitorias de Julio Verne, la Utopía de Tomás Moro y otras tantas “representaciones imaginativas de una sociedad futura de características favorecedoras del bien humano” como La Città del Sole, de Tommaso Campanella, o The New Atlantis, de Francis Bacon, Darío Villanueva aludió a las distopías, novelas “igualmente imaginativas, pero consagradas ahora a lo contrario, a la representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana”. El término, utilizado por primera vez en 1868 por John Stuart Mill en un discurso ante la Cámara de los Comunes en el que denunciaba la política agraria del gobierno en Irlanda, tiene como referente 1984, de George Orwell, “que cobra cada vez mayor actualidad”.

`Nosotros´ y los demás

De acuerdo con el presidente del Patronato de la Universidad Nebrija, las “más logradas” distopías fueron escritas y publicadas entre los años veinte y el medio siglo pasado, a partir de ϺЬІ (1921) del ruso Yevgueni Zamiatin y traducida con el título de Nosotros. Luego vendrían George Orwell, Aldous Huxley, Rosa Arciniega, Burrhus Skinner, Vladimir Nabokov o Ray Bradbury.

Las “profecías sociales negativas” que plantearon estas obras, están relacionadas, a su juicio, con un escenario actual de “modernidad líquida nutrida por una cultura de la desafección, de la ruptura y la pérdida de toda memoria”. “Nuestra posmodernidad –apuntó el académico- podría consagrar, si la dejamos, el triunfo del poshumanismo, como obligada superación del humanocentrismo que marcó nuestra civilización a partir del Renacimiento y tuvo su fecunda continuidad en la Ilustración, cuya impronta racionalista se está poniendo también en entredicho”.

De hecho, en su comparativa entre la literatura distópica y el presente, Darío Villanueva observó que Nueva visita a un mundo feliz, de Aldous Huxley incluye el capítulo El arte de vender “que parece inspirado proféticamente por la personalidad y la carrera empresarial y política de Donald Trump”. En él, Huxley escribe: “En nuestro tiempo, en la más poderosa democracia del mundo, los políticos y sus propagandistas prefieren convertir en pura estupidez los procedimientos democráticos y recurrir casi exclusivamente a la ignorancia y la irracionalidad de los electores”. En la actualidad, estos actores, disponen, según Villanueva, de “una vieja arma (la mentira política de Maquiavelo) reinventada con un nuevo nombre: posverdad”. De este concepto “pródigamente echa mano el sistema, pero a la que no le hace ascos tampoco el antisistema, que, como es notorio, sabe aprovechar en beneficio de sus objetivos la corrección política gestada en la sociedad civil”.

De las páginas de 1984, de George Owell, el presidente del Patronato de la Universidad Nebrija rescató el siguiente fragmento: “Si todos los demás aceptan la mentira que impuso el Partido, si todos los testimonios decían lo mismo, entonces la mentira pasaba a la Historia y se convertía en verdad”. Estas palabras, calificadas por Villanueva de “clarividentes y tenebrosas”, también están relacionadas con la posverdad, concretamente en la reescritura de la Historia y en la corrección política “en cuanto censura, en este caso retrospectiva”. Esta deriva conlleva “un código de pensamiento y conducta literaria que si no es cumplido a rajatabla puede conducir al expurgo o la prohibición de los libros” de los escritores señalados. “Hay que reconocer que se ha abierto la veda (no solo en Estados Unidos), y que basta la denuncia de una minoría, un grupo, una tendencia social o, incluso, de un individuo para que caiga el estigma de la incorrección política sobre una obra o un autor hasta entonces generalmente admirado”, añadió.

“Hombrecillo verticalmente limitado”

El Premio Umbral 2021 por el ensayo Morderse la lengua hizo alusión a situaciones que replican este patrón. Por ejemplo, la Casa de la moneda británica ha declinado homenajear a una de las autoras de literatura infantil y juvenil más famosas, Enid Blyton, “por considerar que su obra es racista, sexista y homófoba”, una circunstancia “que la casi totalidad de sus lectores, entre los que en su día me encontré nunca percibimos (ni creo que nos haya corrompido en las tendencias denunciadas)”.

Para aportar una nota de ironía, el académico glosó a James Finn Garner, autor de Cuentos infantiles políticamente correctosque tilda al enano saltarín de “hombrecillo verticalmente limitado”, escribe que Cenicienta viste una túnica de seda “arrebatada a inocentes gusanos” o se engalana con perlas “producto del saqueo de laboriosas ostras indefensas”, o describe al padre leñador de Hansel y Gretel “de carnicero arbóreo”.

A su juicio, la “superioridad moral coactiva de los sacerdotes de la corrección política” ha cultivado en los Estados Unidos el neologismo, woke “con el que se designa a alguien que se siente renacido por su entrega de neófito fundamentalista hacia causas que los otros, paganos indignos, no atendemos con suficiente eficacia y convicción”. Con esta tendencia, “aparecen peligros para la libertad creativa que nos eran desconocidos hasta ahora y se alimentan sobre todo de las redes sociales”.

Darío Villanueva opinó que este proceso de “castración desculturizadora descrito también por Huxley puede conectarse con los safe spaces universitarios anglosajones de hoy, “que niegan la libertad de cátedra si lo que el profesor enseña puede desequilibrar emocionalmente a sus alumnos”.

Año Nebrija

En el acto de Santo Tomás de Aquino, entre distinciones y premios a los profesores e investigadores que han destacado el curso pasado por sus méritos tomó la palabra Gregorio Martínez, director de Relaciones Institucionales de la Universidad Nebrija, que agrupó, en el ADN de la Nebrija, el conocimiento, la investigación, el rigor científico y la vocación de servicio a la ciudadanía. Además, recordó el V Centenario del Fallecimiento de Antonio de Nebrija, “un proyecto ilusionante para que nos conozcan y reconozcan, que durará un año, pero sus efectos perdurarán durante mucho tiempo”.

Sobre esta efeméride, sobre el agradecimiento a Darío Villanueva y a toda la comunidad Nebrija y sobre los temas candentes de la universidad giró el discurso del rector José Muñiz. “Vamos a seguir trabajando con el mismo espíritu positivo, sin perder de vista nunca que nuestro objetivo central, nuestra misión, es conseguir que la Universidad Nebrija esté entre las mejores, en docencia, en investigación, en transferencia del conocimiento y en transmisión de la cultura”, señalo.

Para cumplir esta consigna, Muñiz enumeró las claves del “ideario, de nuestra cultura de empresa y de nuestra filosofía Nebrija” que armoniza “la pasión por saber y la pasión por emprender”: la excelencia; el rigor académico y científico; la independencia para pensar, investigar y enseñar; la meritocracia de las ideas; la internacionalización; la diversidad y la pluralidad de enfoques, y la simbiosis con las empresas e instituciones.

Decálogo de futuro

Asimismo, sintetizó el ecosistema universitario del futuro en torno a diez parámetros “fundamentales”: crecimiento exponencial del conocimiento, transformación de las demandas formativas –en la que cobra fuerza la formación continua-, relevancia de las competencias transversales, balanceo de la investigación básica y la aplicada, concentración del sector educativo, internacionalización, cambio del perfil de los estudiantes –“nativos digitales, críticos, exigentes, volátiles, adictos a los me gusta, prescriptivos, nacidos con el Smartphone en la mano, desconocen el Fax, huyen de las fotocopias, no hablan por teléfono, no se sientan en el salón a ver la televisión, lo que no está en las páginas web no existe… Ni mejores, ni peores, distintos, y hay que tenerlo muy en cuenta a la hora de diseñar la oferta universitaria”-, digitalización, cambios pedagógicos– teniendo en cuenta también los entornos digitales- y vaivenes legislativos locales e internacionales.

Sobre este último punto confió en que el nuevo ministro “muestre un talante universitario y escuche nuestras legítimas aspiraciones”. Y añadió: “No queremos ningún privilegio, solo un contexto estable en el que se nos permita competir en igualdad de condiciones, para ofrecer la mejor docencia e investigación a la sociedad española”.

Por otra parte, la Universidad Nebrija presidie la Comisión Interadministrativa responsable de todas las actividades del V Centenario del Fallecimiento de Antonio de Nebrija, en la que participan instituciones de máximo nivel, como el Ministerio de Cultura y Deporte, el de Hacienda, el de Asuntos Exteriores, Instituto Cervantes, la Biblioteca Nacional, la Real Academia Española, las Universidades de Salamanca y Alcalá, así como varios ayuntamientos e instituciones. “Nebrija fue un brillante profesor e investigador, y representa a la perfección los valores universitarios: Pasión por saber, búsqueda de la verdad, independencia de criterio, confianza en la razón, espíritu científico, amplitud de miras, actitud crítica, capacidad de trabajo, sentido del humor, o talante innovador, por citar solo algunos rasgos”, reseñó el rector.

Muñiz también enlazó la figura de Nebrija con el tema central de la lección magistral de Darío Villanueva: “Lo que no ha cambiado es la inquisición; si Nebrija levantara la cabeza, seguro que se rebelaría contra la autocensura impuesta por lo políticamente correcto, la nueva mutación de la inquisición, con la que él tuvo que lidiar en su tiempo”.

Antes de desear que “la lucidez y la inspiración nos acompañen en este año Nebrija”, José Muñiz recito el poema Elio Antonio de Nebrija abandona Salamanca para nunca volver, creado para la ocasión por Luis Alberto de Cuenca:

Pese a sus muchos años, casi ya son setenta,

Elio Antonio Martínez de Cala y de Xarana

oye nítidamente de labios de un ujier

ese nombre de pila que había ya olvidado,

convocándolo a unas duras oposiciones

de Prima de Gramática en la ciudad del Tormes.

Tres candidatos optan a esa preciada cátedra:

Herrera el Viejo, un tal García del Castillo,

recién llegado al ruedo de la filología,

y el maestro Elio Antonio de Nebrija, firmante

de una excelsa Gramática de la lengua española

(entonces castellana), impresa en Salamanca

el mismo año glorioso en que Colón llegó

a América buscando las Indias Orientales.

Incomprensiblemente, García del Castillo

obtiene mayoría de votos, y la cátedra

es para él. Nebrija, dolorido, humillado,

parte para Alcalá de Henares, donde el viejo

y astuto cardenal Cisneros le concede

cátedra de Retórica en la nueva alma mater

recién creada a orillas del Henares, no lejos

de la romana Complutum (de ahí lo de «complutense»).

Y es allí, en Alcalá, rodeado de gloria,

discípulos y amigos, donde rinde su alma

a Dios un dos de julio del año del Señor

vigesimosegundo del siglo XVI.

¡Qué tropelía aquella tan universitaria!

El genial Elio Antonio, siguiendo esa costumbre

de castigar al genio tan injusta y tan típica

de nuestros pagos, tuvo que padecer en carne

propia la humillación de verse postergado

en la ciudad que tanto quiso, de donde era

su esposa, donde habían nacido sus seis hijos.

Cuando reina el talento, surge siempre la envidia,

y eso es lo que ocurrió. (Yo me ciño tan solo,

como Guillermo Brown, a hacer constar un hecho

en el quincentenario del maestro Nebrija).

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