“Mi objetivo principal en esta charla es diferenciar la trata de seres humanos del tráfico de personas. Mientras en la primera, la persona viene engañada, en la segunda viene de forma voluntaria pagando a una organización criminal”. Manuel Soto Seoane, jefe de la UCRIF CENTRAL, abrió con estas palabras su conferencia encuadrada en el ciclo organizado por el Máster en Seguridad y Defensa de la Universidad Nebrija.

La UCRIF CENTRAL (unidad Central de Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades), además de integrar una secretaría, se divide en dos grandes bloques: Brigada Central contra la Trata de Seres Humanos (BCTSH) y Brigada de Investigación de Redes (BIR) con sus áreas nacionales e internacionales. La UCRIF CENTRAL, encuadrada en la Comisaría General de Extranjería y Fronteras, se encarga de la planificación, organización, mando, coordinación y control de la investigación, tanto a nivel nacional como internacional, relacionada con la trata de seres humanos, el tráfico de personas, la inmigración ilegal, la falsedad documental y cualquier otro delito en conexión con los anteriores.

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Aunque la trata y el tráfico están recogidos en el Protocolo de Palermo, promovido por Naciones Unidas y ratificado por 176 Estados, y por el Código Penal, ambos fenómenos están claramente diferenciados en las normas.

El comisario principal Manuel Soto Seoane recordó las finalidades tipificadas de la trata de seres humanos: la imposición de trabajo o de servicios forzados, la esclavitud o prácticas similares a la esclavitud, a la servidumbre o a la mendicidad; la explotación sexual, incluyendo la pornografía; la explotación para realizar actividades delictivas; la extracción de órganos corporales; y la celebración de matrimonios forzados.

En cuanto al delito de trata de seres humanos, los medios comisivos se conforman en tres grandes apartados: abuso de una situación de superioridad -por ejemplo, en un negocio de alterne que una persona vigile constantemente a la víctima-, abuso de una situación de necesidad o de vulnerabilidad o la violencia, la intimidación y/o el engaño con falsas promesas de un trabajo digno y bien remunerado. En este último propósito, aparece la figura del Lover boy, “en la que tanto hombres como mujeres enamoran a la víctima y la llevan a otro lugar y al final la explotan”.

En esta clase de delitos, se aprecia un incremento de las captaciones por medios digitales, lo que ha llevado a la creación de un grupo policial de cibertrata. “Nuestro fin principal es liberar a la víctima y contactar con alguna organización para que le puede dar un recurso y atenderla”, reseñó el jefe de la UCRIF CENTRAL.

Por el contrario, el tráfico ilícito de inmigrantes se refiere a “un tránsito ilícito entre fronteras a cambio de un precio”. Según Soto Seoane, todos los años miles de personas abandonan su país huyendo de algún conflicto o de la pobreza, pero “para alcanzar una vida mejor están dispuestas a tomar medidas que pueden poner en peligro su vida”. Aquí entra, a su juicio, la actividad de las organizaciones criminales que les cobran unas cantidades de dinero “muy altas”.

Antes de responder a las preguntas de los alumnos del Máster en Seguridad y Defensa de la Universidad Nebrija, Soto Seoane también disertó sobre las rutas de inmigración a Europa.

 

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