Jornada Virtual organizada por la Universidad Nebrija: Disciplina, motivación, miedo al fracaso y tolerancia a la frustración

La jornada Virtual para Orientadores y Profesionales de la Educación, organizada por la Universidad Nebrija y ejecutada el pasado 2 de diciembre, dio inicio con la pregunta ¿Revolución educativa o educación revolucionada? Esta y muchas más preguntas fueron planteadas en el conversatorio virtual donde hicieron presencia trabajadores sociales, psicólogos, padres, maestros, profesores y orientadores.

No obstante, la psicóloga Patricia Ramírez, el filósofo Ernesto Castro y la comunicadora Pilar Jericó, luego de cada interrogante, aportaron su conocimiento y experiencia con relación a los temas de disciplina, motivación en el entorno educativo y familiar, el miedo al fracaso y la tolerancia a la frustración.

La directora de Comunicación de la Universidad Nebrija, María Gil, moderadora de la sesión, recopiló un punto de vista multidisciplinar apartado de prejuicios y creencias. Lo expuesto en el debate, dio resultado para motivar a una reflexión en la mente del público de todas las edades.

Piedras del camino

Con un premio del Colegio oficial de Psicólogos de Andalucía Oriental a la mejor divulgadora en redes sociales, Patricia Ramírez planteó el primer tema –la gestión de la frustración- derribando mitos: “Hay algo positivo en ese sentimiento porque esa emoción nos ayuda a tomar medidas para reconducir un proyecto o abandonarlo”. En su opinión, la frustración que se presenta cuando no alcanzamos el resultado deseado sobre algo que emprendemos, “se debe aprender a tolerar desde la infancia”.

Patricia Ramírez sustentó cuatro aspectos para trabajar en este propósito: los adultos deben desempeñar un papel ejemplar y modelo en lo que respecta la tolerancia a la frustración –por ejemplo, Si hoy salió el último modelo de iPhone, no comprarlo, “aunque tengamos dinero suficiente”-, se debe enseñar a los adolescentes a pensar “y a sentarse con nosotros” para cuestionarlos respecto a lo que acaban de hacer, cómo se sienten y por qué creen que lo que han hecho es lo correcto –“si les quitamos las piedras del camino, anulamos su capacidad creativa y resolutiva”-, los adultos tienen que enseñarles a gestionar el fracaso “y normalizarlo como parte de la vida”, se debe ser paciente con el adolescente ya que en muchas ocasiones, la impulsividad y otras capacidades residen en la corteza prefrontal del cerebro y esta no se termina de desarrollar hasta los 24 años.

En el caso de Ernesto Castro, quien ha impartido clases de Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid y en la Universidad de Zaragoza, opina que la frustración puede confundirse con impulsividad y que usar constantemente las redes sociales – él para mantener sin distracciones su posición de escritor, se borró de ellas hace unos meses- distrae la atención si se va a leer un libro o a escuchar algo. A su consideración, cada usuario “debería dosificarlas y regularlas” porque son adictivas como una droga “encubierta”, pese a que también crean “grupos de afinidad”.

A su vez, Pilar Jericó, escritora, empresaria y conferenciante, haciendo uso de los estudios de la doctora y profesora Carlos Dweck, quien desarrolló los conceptos de mentalidad de crecimiento y mentalidad fija, manifestó que “con la capacidad de aprender” y “poder decir no lo sé… todavía” conseguiremos gestionar la frustración. Comprendiendo los significados de la mentalidad fija (“yo soy como soy y no cambio”) y la mentalidad de crecimiento (“yo lo puedo aprender”), “somos como somos, pero podemos convertirnos en algo más grande”. Para ella, la clave está en practicar el error y el acierto, el “poder de todavía” y en tener una mentalidad de crecimiento “para generar más circuitos neuronales”.

Chantaje emocional

Iniciando el bloque de la sesión relativo a la gestión de las emociones y frente a la visión negativa que muchos padres relacionan con la adolescencia, Patricia Ramírez planteó la inteligencia emocional y enumeró algunos consejos que los padres pueden aplicar a la relación con los hijos: no ocultar su realidad; no compararlo con otros; brindarles atención y no juzgarlos subjetivamente, por el contrario, escucharlos y empatizar con sus sentimientos. –“lo ideal es darles la oportunidad de saber qué les está pasando cuando sus emociones se calmen”-; no chantajearlos emocionalmente; y fomentar una comunicación bidireccional –“Nos quejamos de que nuestros hijos no nos cuentan sus problemas, pero, ¿y nosotros?, ¿les contamos nuestros problemas?”-.

Llegado a este punto, Ernesto Castro unificó la adolescencia con la búsqueda de “un mundo más amplio” donde constantemente los jóvenes “tienen más relación y vínculo emocional” con un influente que, con la misma familia, “que puede caer en el error de ser un solo una suerte de colega y confesor”. Con un canal de Youtube con más de 65.000 suscriptores, Castro, quien también es el autor de libros como El trap: filosofía millennial para la crisis en España (Errata Naturae, 2019), de ahí logró establecer el papel de profesor como un comienzo para “contagiar entusiasmo y enamorar al público hacia el contenido” de su asignatura.

La tercera experta en lista y reconocida como una de las Top Mujeres Líderes en España dentro de la categoría de pensadoras y expertas, y que, además, tiene tres millones de lectores al año en su blog y con siete libros publicados, Pilar Jericó, introdujo el sentimiento del miedo al rechazo, especialmente en la etapa adolescente. La comunicadora consideró necesario desarrollar las fortalezas -en qué es bueno un joven-, para enfrentar ese temor y otros de similar procedencia. Para poder identificar esas fortalezas, según Jericó, “tenemos que observar a nuestros hijos con una amplia mirada de curiosidad para que sientan que brillan”.

Dosis para enamorar

Previo al conversatorio con los asistentes que permanecieron en esta sesión promovida por la Universidad Nebrija, los expertos analizaron las diferentes posturas acerca de la disciplina y la motivación entre los jóvenes. En el caso de Ernesto Castro, la disciplina es “la dosificación del entusiasmo y la motivación se puede articular en proyectos a largo plazo”. Asegurando que el esfuerzo es “el principal indicio del éxito” y que a la cultura “se puede acceder por muchos caminos”, el filósofo madrileño apostó por descubrir las vocaciones y “espolear” a través de ellas a los adolescentes, sin embargo, admitió que “en el actual contexto fomentar esta vocación y sostenerla en el tiempo es difícil”.

La autora de varios libros, entre ellos, Educar con serenidad (Editorial Grijalbo), Patricia Ramírez, apostó por la disciplina, conservando el orden y la perseverancia, pero eliminando el elemento de sumisión. “El factor de motivación –añadió- es importantísimo, pero está sobrevalorado. Yo tengo un lema: `Cuando te falte motivación, tira de responsabilidad´”. Durante el proceso, la psicóloga hizo referencia al rol de padres y profesores para estar alerta con los que les rodean “para impulsarlos”. En “la dosis para enamorar” parte del éxito de las personas radica en lo qué haces, de acuerdo con Pilar Jericó, quien dejó una de las opiniones esenciales que recopila toda la Jornada Virtual para Orientadores y Profesionales de la Educación: “Tenemos que entrenar a nuestros jóvenes en el optimismo, con disciplina de uno mismo, capacidad de adaptación y pensamiento crítico”.

Cerebro plástico

En el intercambio de preguntas y respuestas, mientras Ernesto Castro presentaba a la universidad como un espacio de investigación y de formación, Patricia Ramírez reiteraba que la labor de los padres que leen y van al teatro es un claro ejemplo de estímulo cultural, además de aconsejar a los adultos para ambientar los espacios en el interior de la casa donde exista un espacio para conversar.

Finalizando la jornada, en el último tema trasladado a petición de los asistentes por Marina Vega Curiel, delegada de Zona del Departamento de Desarrollo Universitario de la Universidad Nebrija, Pilar Jericó ratificó la exploración en el tema de la comunicación en familia de un modo diferente “para que no parezca un ataque” y en la condición de aprendizaje a todas las edades porque “nuestro cerebro es plástico”.

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