La historia de algunas mujeres olvidadas (y que hay que recordar)

Cuando se revisa la historia, no es sencillo hallar referentes femeninos, figuras que estén en el imaginario colectivo asentadas por sus logros. Esto ocurre aunque, más allá de los libros y los documentales, sí se encuentren figuras esenciales en el desarrollo de distintos ámbitos de la sociedad. En especial dentro de sectores como la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas, ámbitos que suelen tener mayoría masculina.

Con base en este contexto, desde el Instituto de Lenguas Modernas se desea rescatar varios de los relatos de distintas investigadoras que han contribuido con sus trabajos e investigaciones a través de los años. Por eso, hace poco se realizó un evento en el que participaron diversos componentes del profesorado del departamento con el objetivo de exponer parte de la historia de estas representantes. Esto sirvió como cierre de la II Jornada de Mujeres para quitarse el sombrero.

El evento comenzó con la profesora Joana O’Brien. Ella expuso sobre el trabajo de Jane Goodall. Ella es una reconocida etóloga que ha dedicado buena parte de su vida a estudiar la conducta de los chimpancés salvajes. Su trayectoria es de tal calibre que se le considera la pionera en este campo, luego de haber dedicado sesenta años a evaluar las interacciones sociales y familiares de esta especie en el Parque Nacional Gombe Stream en Tanzania.

Durante todo ese tiempo de estudio y análisis, Goodall alcanzó a publicar más de veintiséis libros, compuestos por diversos trabajos, ensayos, reflexiones, entrevistas, entre otros géneros informativos, mediante los cuales expuso una parte de su obra. Esta se enfoca tanto en la difusión como en la protección de esta especie.

Durante su ponencia, O’Brien comentó, en relación con su trabajo, lo siguiente: “admiro a esta mujer no solo porque cuide de los chimpancés, un animal que a mí también me encanta, sino porque hizo algo que entonces a las mujeres no se nos permitía: dejar el hogar para dedicarse a la ciencia”.

Por su parte, Melisa Teves, profesora de inglés, expuso el caso de Katherine Johnson. Sobre ella explicó: “en primer lugar me pregunté quién era ella, la mujer sobre la que hablaría en esta mesa redonda, y al descubrir más información me pregunté lo siguiente: ‘¿la historia de la ciencia ha sido escrita sólo por hombres europeos?’”. A eso se sumó su lamento cuando advirtió cuán común es que las personas reconozcan el rostro de Newton, Darwin, Hawking, entre otros, y no el de Katherine Johnson (1918-2020).

Johnson fue una matemática empleada por la NASA. Con esta organización elaboró cálculos relativos a la mecánica orbital, análisis clave dentro del éxito de los primeros vuelos espaciales de Estados Unidos. Ella, aunque siempre destacó por abordar difíciles cálculos manuales, fue pionera en relación con el uso de ordenadores para desarrollar esas tareas.

A su exposición, Teves agregó: “además de sufrir la segregación racial, tuvo que soportar la segregación de género que imperaba en el mundo de la ciencia”. Pese a este contexto, logró construir su propio espacio dentro de la historia de una de las instituciones referencia a escala global.

La siguiente persona en exponer fue el profesor YuanYuan Shen, quien expuso sobre el legado de Chien-Shiung Wu. Wu fue una física china a quien se le conoce en la actualidad como “La Primera Dama de la Física”. Este reconocimiento se basa en su trabajo sobre la radiactividad, desarrollando experimentos clave dentro del universo de la física nuclear. Esto, entre otras cuestiones, la llevó a ser reconocida como la primera mujer en formar parte de la Sociedad de la Física de los Estados Unidos.

Aunque parezca una trayectoria sin mayor obstáculo, a base de trabajo y tiempo, no fue así. Para empezar, nació en una época durante la cual no todas las mujeres en China podía estudiar. En relación con esto, el profesor YuanYuan Shen explicó que “ella tuvo la suerte de que su padre decidiera inaugurar en su pueblo la primera escuela para niñas del país”. ¿Qué produjo esto en su vida? La posibilidad de sumar una serie de conocimientos antes de emigrar a Estados Unidos, donde sí encontró los espacios a través de los cuales explotar su talento. Para concluir su ponencia, YuanYuan Shen reflexionó: “las mujeres dedicadas a la ciencia existen y están entre nosotros, así que solo debemos hacer el ejercicio de valorarlas”.

Para cerrar la serie de ponencias, como parte del evento, Elena Navrostskaya compartió la historia de Sofía Kovalévskaya. Ella fue una matemática rusa durante el siglo XIX. Su historia, en particular, entraña una serie de factores que llama la atención a simple vista. Su relato comienza a desarrollarse en un momento durante el cual las mujeres carecían de autonomía, con la posibilidad de estudiar en la Universidad y su expresión en algunos sentidos limitada.

Sin embargo, su persistencia le permitió hacerlo hasta el punto en el que consiguió un doctorado en matemáticas. A esto se suma que, en un contexto donde no había ninguna docente en las universidades europeas, ella consiguió un lugar como profesora en la Universidad de Estocolmo. Esto facilitó que pudiera trabajar como docente y a la vez desarrollar su trabajo como investigadora. Estos últimos trabajos se enfocaron en el análisis matemático especializado en el campo de la teoría de las funciones abelianas.

Como si esto fuera poco, el éxito por el cual se le suele referir en el campo de la matemática es a propósito de su investigación en relación con la rotación de un sólido entorno a un punto fijo. Debido a esto recibió el Premio Bordin de la Academia de Ciencias de París. A propósito de esto, Elena Navrostskaya explicó que “Kovalévskaya es un ejemplo de que las mujeres somos tan capaces como los hombres. Quizá solo necesitemos las mismas oportunidades que ellos para demostrar nuestro talento”.

Para cerrar este encuentro, Verónica Guitelman dirigió una serie de preguntas que permitieron reflexiones como la de Shen, quien explicó: “Creo que las mujeres cada vez tienen más peso en la ciencia, pero tenemos que seguir trabajando para conseguir la equidad”. Por su parte, Teves explicó la importancia de “recontar la historia incluyendo a las mujeres y a los científicos con otro color de piel”.

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