Sin lugar a dudas, hace unos meses todo era diferente. En temas económicos, se preveía que el sector del turismo era la salvación económica del país. Se ha visto al sector turístico como el “nuevo petróleo”, especialmente por parte de los ministros de comercio de las naciones que están en desarrollo.

Muchas de las empresas enfocadas en este ámbito apostaban a las tendencias y conceptos innovadores como las ciudades inteligentes, hoteles temáticos, reservas online, nuevas experiencias y el marketing digital, sin embargo, algo inesperado ocurrió… claramente hablamos de la crisis mundial que se está viviendo a causa de la pandemia.

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Por ejemplo, se daba por hecho que negocios como los restaurantes, empresas de alojamiento, venues, etc., cerrarían el 2020 con un aumento relevante en sus cifras. Sin embargo, ya sabemos cómo terminó todo esto: el 70 % de los restaurantes han tenido que cerrar sus puertas, se han cancelado los conciertos, la ocupación de los alojamientos es del 1 %, las aerolíneas casi en la quiebra, millones de trabajadores en la calle, y así, un millón de situaciones desastrosas más.

No hay duda que esta es una situación sin precedentes. Ni siquiera en las épocas de guerra la humanidad había estado tan limitada y restringida de las actividades cotidianas, desde la posibilidad de viajar, hasta reunirse con sus familiares en una cena. Así, el panorama se ha convertido en algo desolador; los aviones que nunca paraban han estado parqueados, los cruceros permanecen detenidos en los puertos, los hoteles cerrados por completo.

Con todo esto, solo queda pensar en cómo será la recuperación… cómo será la nueva normalidad. Muchas soluciones empezaron a aparecer ante la situación mundial; desde webinars y Facebook Lives, hasta información a través de artículos y curvas mágicas (Deloitte) empezaron a inundar nuestras redes y dispositivos.

También surgieron nuevas propuestas para solventar un poco la situación de crisis. Por ejemplo, limitar casi a la mitad el ingreso de personas a restaurantes y aviones para ubicarlos separados unos de otros; la implementación del uso de estructuras en acrílico para evitar en contacto y acercamiento físico entre los usuarios; o el uso de trajes especiales para asistir a lugares públicos, e inclusive, tours virtuales por diferentes lugares del mundo.

Se podía prever que la recuperación podría lograrse poco a poco a través de la adopción de protocolos de bioseguridad que garanticen perfectas condiciones a los usuarios, de manera que universidades, entidades gubernamentales, ONG’s, empresas y consultoras se dedicaron a implementar todos los procedimientos de limpieza y desinfección necesarios para volver a empezar. Sin embargo, no se tuvo en cuenta que uno de los grandes problemas era el miedo de la demanda, más que la seguridad que puede proponer la oferta y, como sucede en la era de la información, todos dan por hecho y toman por veraz la información que se comparte a través de los medios sociales.

Las previsiones y pronósticos fueron hechos con base en un punto de vista netamente económico, sin el respaldo de datos históricos, pues es era la primera vez que el mundo se enfrentaba a una situación de tal magnitud. El error estuvo en abordar un tema netamente social desde un punto de vista técnico y económico. El turismo está considerado como un derecho del ser humano desde el siglo pasado; es un elemento más de la canasta familiar y, en muchos casos, se ha convertido en una fuerte fuente de motivación para levantarse cada mañana y hacer sus actividades.

El retorno a las actividades cotidianas es inminente. Los aviones volverán a funcionar tan pronto los gobiernos de cada país den vía libre al tránsito aéreo; los reencuentros familiares y con amigos serán inevitables; la asistencia a los bares y restaurantes volverá a ser como antes; los conciertos, ferias, festivales y exposiciones tendrán una nueva fecha, pero, principalmente, una de las actividades más valiosas de la sociedad en general es salir a VIAJAR; no nos vamos a perder por nada del mundo ese placer de visitar nuevos lugares… más aún, después de una pandemia tan complicada.

Muchos expertos señalan que la nueva década que comenzamos el próximo año, será el momento de los viajes, la diversión y el entretenimiento.

Bajo este contexto, la llamada “nueva normalidad” estará marcada por algunos hábitos que se han generalizado en la sociedad. Por ejemplo, el trabajo desde casa será aún más común que antes; las compras por internet, que aumentaron significativamente durante la cuarentena, se mantendrán muy activas; la comida a domicilio será una cuestión cotidiana; sin embargo, hay algo que nunca cambiará ni se podrá reemplazar fácilmente, y es la necesidad del ser humano de conocer nuevos lugares, compartir con los seres queridos y simplemente ser felices.

De esta manera, podemos ver que la crisis puso en claro muchos aspectos que antes no se tenían muy en cuenta, por ejemplo, la educación de los niños desde casa es muy complicada; las ceremonias de graduación no generan la misma emoción sino estás con tus amigos; la comida a domicilio llega fría y no sabe igual que cuando te la sirven en un restaurante; los brindis virtuales no logran despertar en nosotros las mismas sensaciones, o inclusive, ver cine desde el carro no es un plan para repetir muy seguido.

Para las empresas de turismo, ocio y entretenimiento, el objetivo principal es hacer feliz a las personas; ser partícipes de sus mejores momentos y experiencias de vida, en matrimonios, grados, celebraciones, éxitos profesionales, y en general, todos los momentos de alegría y felicidad. Así que, sin lugar a dudas, el sector turístico se recuperará y crecerá tanto o más de lo que se espera.

Es por ello que los profesionales del sector deben permanecer a la vanguardia; innovar y ofrecer nuevas y mejores experiencias a sus clientes para que se enamoren de nuevo de este servicio después de unas circunstancias que lo han dejado confundido, triste y sin dinero, pero que seguramente está cansado y saturado de tardes de Netflix, comida a domicilio y reuniones por Zoom.

Es fundamental trabajar con transparencia en cada proceso, transmitir seguridad y confianza a los usuarios y, sobre todo, tener en cuenta que esta situación la vivimos todos, y para todos fue difícil de superar.

A pesar de la crisis y sus secuelas, las perspectivas no son del todo negativas. Aunque será un proceso largo y que requiere constancia, se espera que poco a poco lleguen más turistas, y así, contratar más personal, invertir más, negociar con nuevos proveedores y, principalmente, recuperar la confianza en el servicio.

La industria del turismo depende básicamente de los sueños y aspiraciones de las personas.

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